Gracias a Cristina Hernández por confiar en un proyecto así
y dedicarle tanto esfuerzo, tanta erudición, tanto primor. Gracias a Geepp
Ediciones, a Luisfer y Juan Ignacio por su dedicación. Gracias a Hayk Grigoryan
por su espléndido trabajo.
Aparte de la familia, mi madre y algún primo están mis
amigos: entre otros, no muchos tampoco, está José Ortega Torres, que entre
otras cosas, leyó y destripó el libro, creyendo que era mío, hasta sacar la
entraña misma del título del libro, del poema “Criaturas de la noche”. Pepe,
excúsame, por donde te han metido los que dicen que conocieron a Isaías Gálvez y Jesús Montalvo, o que los
conocen, y dicen que tú dijiste que los conocías. Gracias por estar ahí.
Gracias a mi madre, por decirme contadas veces lo que quiero
oír.
Gracias a Ana Villalobos, por descubrirme el mundo, el
cadáver de Peter Pan y un anestesista espectacular: su regazo. Dentro de unos
años, cuando seamos viejos y protagonicemos El diario de Noah, con el alzheimer
devorándonos los párpados, tú allá, yo más allá, reconoceré tu regazo, único
lugar al que vuelvo y no me siento un bicho raro.
Gracias a Fernando Soriano por querer. Por creer. Por
escribir.
Y aparte de dar las gracias, ya veis. Yo no sé demasiado de
teorías. Querría decir que me he dedicado con afán a la práctica, aunque por
los resultados obtenidos tampoco he sido un fiera en las relaciones sociales.
Discernir entre lo correcto y lo incorrecto, a veces, me cuesta la misma vida…
matizando más, al ser un noctívago, me cuesta las noches. Y a mí, las noches me
gustan mucho. Es el momento de ser uno mismo: de dormir, amar o beber. De
drogarse de amor, hartarse de litros de sueños o principiar una amistad nueva
con la almohada, esa gran desconocida.
En fin, para no aburrir al personal, que soy capaz de
hacerlo, diré que si tengo algo que decir, está en mis textos. En este caso no son míos, los he recogido,
son de otros. Pero otros que me apasionan y que debían hallar un sitio, un
hueco, un rinconcito. Ellos hablan del amor, la amistad, la muerte, los
excesos, en fin, de lo que hablamos todos, de lo que hablo yo con cualquiera
en la
barra de un bar, o por las calles de cualquier ciudad del mundo, nada nuevo.
Muy clásico todo, muy modernos los tintes, pero al fin y al cabo coplas,
sonetos, romances, tangos y soleás.
Gracias a los que estáis ahí. Los textos, ya sabéis, las
artes, beben y viven: beben de lo que hubo y viven de lo que hay. Y hubo
personas comprometidas con los demás y por eso estamos aquí: algunos creemos en
eso, en algo que sirva a alguien más que a uno mismo, en algo para los demás, y
quizá nos equivocamos en la intención, pero ahora estáis ahí, aquí, con
nosotros.
Recordad el principio del discurso de Chaplin en El gran
dictador: “Lo siento… pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio,
sino ayudar a todos si fuera posible.”
Ojalá algo de todo esto que pretendemos algunos quede como
faro para algún noctívago, ojalá sea opio, anfeta, flecha, escudo o símbolo.
Gracias a quienes nos escucháis.
Me gusta la foto. Sugerente.
ResponderEliminarGracias a ti por aparecer, por hablar, por permitir, por ser Juan Peregrina.
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